martes, junio 23, 2015

Un mundo confuso a todo color. La obra de Ricardo Cavolo.

Desde hace algún tiempo ha surgido en nuestro país un interés muy amplio por todo lo relacionado con la ilustración. España se ha convertido en cuna de muchos artistas de talento y el público demanda su obra en múltiples formatos.

El caso más evidente son los libros ilustrados en papel, basta echar una ojeada a cualquier librería para constatar como crece la oferta de este tipo de publicaciones.
Pero también internet y las redes sociales han ayudado a la divulgación y reconocimiento de este arte, el ejemplo es Paula Bonet, con miles de seguidores, también la campaña espontánea a favor de la candidatura de Manuela Carmena en Madrid o la selección de cinco españoles en el libro de la editorial Taschen ‘100 Illustrators’ donde se recoge la obra gráfica de los mejores del mundo.
Pero hoy quería poner el foco en la obra de un ilustrador muy especial, Ricardo Cavolo, a mi me encanta y a pesar de su juventud ya goza de un merecido reconocimiento. Cavolo nació en Salamanca  en 1982, es licenciado en Bellas Artes y Técnico Superior de Imagen.

Desde luego tiene un estilo muy particular, que puedes identificar de un solo vistazo y eso me gusta. Es inconfundible. Es naif pero a la vez utiliza colores muy impactantes, casi agresivos. Se asemejan a un tatuaje. Sus figuras se caracterizan por caras con la nariz, las mejillas y las orejas rojos y en ocasiones con muchos ojos. Sus personajes son extraños, casi unos ‘outsiders’.


Ha trabajado para importantes agencias de publicidad como Young & Rubicam, Sra. Rushmore o Leo Burnett. Ha pintado murales para Urban Outfiters en varias ciudades europeas y colaboró en las campañas de firmas como Nike, Levi’s o Converse. Su proyecto con ‘Le Cirque du soleil’ en 2010 supuso un punto de inflexión.
Ha expuesto en galerías como Mad is Mad, Espacio Valverde y Atómica Gallery (Londres).

Se ha volcado de lleno en el mundo editorial publicando junto a Mario Suárez ‘Cocina Indie’ y ‘Cocina pop’ (Lunwerg) donde mezcla gastronomía, música e ilustración. También ilustró la novela de Santi Balmes ‘¿Por qué me compraste un walkie talkie si era hijo único?’ (Principal de los Libros). Su proyecto más personal se fraguó con la novela gráfica ‘El desorganismo de Daniel Johnston’ (Edicions de Ponent), otra vez con la música y el dibujo como leitmotiv. Por último publicó en 2014 ‘Historia ilustrada de la música: 100 artistas sin los que no podría vivir’ (Lunwerg). Como él mismo afirma en alguna entrevista la música es fundamental para su creación.

Imagino que si Cavolo no dibujara tan bien habría acabado siendo músico y seguro que en eso también destacaría.



Y esto no acaba aquí, hay muchos más ilustradores ilustres a los que profeso una sana envidia. En las próximas semanas os iré hablando de alguno de ellos, de momento disfrutad de las imágenes psicodélicas de Ricardo Cavolo.





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