miércoles, septiembre 16, 2015

Días a la fresca en Londres (con desvío a Oxford)

Yo no sé a vosotros pero a mi aún me retumban los oídos de tanto escuchar en las noticias de la tele la información meteorológica: “que si tal día de junio es el de temperaturas más altas de la historia”; “que nos preparemos para un verano con 2 grados de media más que el año pasado” y sobre todo lo de las olas de calor, eso ha sido el hit del verano, empezaban con la ola el 20 de junio y enlazaban con otra el 8 de julio y otra el 15… que nooo, que nada de ola, que ha sido un tsunami de calor insoportable, y yo sin aire acondicionado en casa. Estos calores, sudores y picores  (el mosquito tigre se autoinvitó a veranear)  me hicieron concebir un plan para los últimos días de agosto: pillar un avión y plantarme cinco días en Londres. 

Realmente no me hace falta ninguna ola de calor para dejarme caer esta super-urbe británica, Londres me encanta, me fascina, me pone las pilas. En fin, también me recuerda mis años mozos, sí, a mis veintipocos currando en un hotel, que tiempos…

Había otra excusa para volar, otro plan concebido en esas noches toledanas sin pegar ojo, quería visitar Oxford y de paso pasarme por la magnífica Blackwell’s Art and Posters Shop y ver mis tuttis en tan magna ciudad universitaria. Pues bien, previamente ya había intercambiado e-mails con mi contacto en la tienda, Jess, advirtiéndole de que a finales de mes probablemente pasaría a visitarles y ahí me tenéis un 28 de agosto con mi chaquetilla de lana y mi paraguas paseando por Broad Street, disfrutando de las maravillas de la ciudad. La tienda es inmensa, dos pisos con miles de postales, láminas, posters de todo tipo, grandes escaparates, el paraíso para cualquier friki amante de los cómics, películas e ilustración en general, y entre tantas perlas vislumbré una carita de perfil que asomaba de una caja de madera, sí amigos, era el mismísimo Sam con sus gafotas y gorro de mapache en ‘Moonrise Kingdom’ -sinceramente de emocioné-…. Entonces con cuidado, como si pisara un lugar sagrado, me presenté educadamente al dependiente, un chico con gafas de apariencia british, british ‘ Excuse me, are you Jess? -le pregunté. Me dijo que no era él, Jess estaba comiendo, volvería en 30 minutos. Ok, volveré luego. Salí al veranillo oxoniense -si, así de raro se llaman los oriundos de Oxford- me comí un sushi en un banco frente a Blackwells y volví una media hora después. Había otro dependiente en la caja, volví a presentarme y repetí ‘Are you Jess? -me miró con cara de incredulidad y me informó que no, ELLA estaba en el piso superior. Claro, pensé, es Jessica, je, je. Muy amable ELLA, y también muy educadamente british me enseñó la tienda y nos reímos con el lapsus de género.


La librería Blackwells tiene una larga historia, fue fundada en 1879 por Benjamin Blackwell en un pequeño local de Oxford y hoy tiene sedes en muchas ciudades del Reino Unido. La librería propiamente dicha se encuentra muy cerca y consta de cuatro pisos abarrotada de miles de libros. La otra, donde mis tuttis aprenden inglés y buena educación británica, es fundamentalmente una tienda de ilustraciones y contiene también verdaderas obras maestras.
Bueno, me despido ya de esta ciudad tan antigua donde se respira cultura, buen gusto y arte por donde mires. ¡¡Que bien ‘colocaos’ que dejo a mis tuttis!! 



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