domingo, marzo 26, 2017

Las artistas fantasmas. Elizabeth Siddal

Ophelia, John Everett Millais


No todos los maltratos son tan salvajes como los que nos hacen saltar del sofá día si día no, no todos los comportamientos machistas son tan estúpidamente explícitos como las declaraciones del eurodiputado polaco que a todos y todas nos abochornan, hay vejaciones mucho más sutiles pero igual de dolorosas. Hoy quería referirme al maltrato por indiferencia o por menosprecio en el mundo del Arte, si, con mayúsculas, porque eso tan bello y edificante como el Arte también tiene sus trastiendas oscuras donde se respira con dificultad y huele a pis.

Hay tantos casos reconocidos -aunque bastante desconocidos- que no sabría por donde empezar y estoy segura de que habrá tantos de los que nunca tendremos noticia y quedarán para siempre en el olvido que cuando me lo planteo me palpita la vena del cuello con rabia infinita.

Mejor voy a enfriarme y a ir a los datos conocidos; literatura, música, pintura, no importa el ámbito, ni la geografía, ni la época… parejas de artistas donde ellas siempre salen perdiendo: 
los poetas Ted Hugues y Sylvia Plath, él la abandonó y ella terminó suicidándose; los escultores Camille Claudel y Auguste Rodin, ella acabó en un psiquiátrico, sumida en la miseria y el delirio; los compositores Robert Schumann y su mujer Clara Wieck Schumann, ella fue ninguneada y obligada por las circunstancias a dedicarse a su marido por completo.

En estas palabras lo resume muy lúcidamente Laura Freixas : “Una mujer con ambiciones artísticas es muy vulnerable porque se enfrenta, por un lado, al techo de cristal, y por otro, a la soledad. A medida que ellos triunfan, les resulta más fácil encontrar una pareja sumisa. A medida que ellas triunfan, les resulta más difícil encontrar a alguien igual”

Pero yo quiero contaros una historia aún más desconocida, tanto, que se ha convertido en leyenda, es un relato trágico y poético y casi una historia de fantasmas, sucedió en el pleno siglo XIX y su protagonista es Elizabeth Siddal, musa de los prerrafaelitas. 

La Hermandad Prerrafaelita se fundó en 1848 en Inglaterra y era una asociación de pintores y poetas que evocaban el estilo de los antiguos pintores del Renacimiento, sus artistas más destacados fueron Dante Gabriel Rossetti, William Holman Hunt y John Everett Millais. Por un casual Siddal se convirtió en su modelo preferida y más tarde en la esposa de Rossetti. Y así pasaría a la historia, como la Musa por antonomasia, la modelo perfecta, de hecho se sabe que en el cuadro más famoso para el que fue retratada, la Ophelia de Millais, tuvo que posar durante horas en invierno dentro de una tina sumergida en agua, casi muere por hipotermia, es lo que tiene el amor al arte.
Pues bien, Elizabeth Siddal no fue un mero maniquí a la disposición de esos reputados artistas, esos hombres tan atormentados y de alta cultura, ella fue una mujer que también poseía grandes inquietudes artísticas, pintaba y escribía, poemas tristes y pinturas a la manera de sus “compañeros” de fatigas prerrafaelitas. Pero como suele ocurrir en estos casos, sus dotes artísticas nunca fueron reconocidas, pasó a la historia como musa y ellos tan contentos.  

1. Sancta Lilias, Dante Gabriel Rossetti  - 2. Lady Lilith, Dante Gabriel Rossetti

Su vida fue tan trágica como su arte, fue adicta al láudano, sufrió las constantes infidelidades de su marido, padeció una larga enfermedad y dio a luz una niña muerta. En 1862, un año después del parto y ya muy trastornada, murió, contaba con 32 años.

Y aquí comienza la leyenda o la historia de fantasmas. Rossetti decidió enterrarla con el único manuscrito de sus poemas. Años después, arrepentido de su acción decidió abrir la tumba y desenterrar los poemas, Elizabeth lucía una cabellera que llenaba el ataúd por completo y mantenía su belleza intacta. A partir de entonces Rossetti aseguró que el fantasma de su esposa se le aparecía a menudo, ¿sufrió un impacto tan grande al abrir la tumba que quedó trastornado? ¿el láudano que la mayoría de prerrafaelitas consumían le hizo ver visiones? o ¿Elizabeth Siddal le asestó desde la tumba su póstuma venganza? Puestos a elegir, me quedo con la última opción, me parece el mejor ejemplo de justicia poética.

Y ahora, volviendo del mundo de los muertos a la realidad más cruda, creo que Elizabeth Siddal bien podría ser la representante de tantas mujeres artistas de su época (y también de otras más recientes, me temo) que pasaron como fantasmas por la historia, que fueron entes invisibles en el mundo del arte y de quienes nada se sabe, marginadas por hombres que debieron apoyarlas y que con su actitud mezquina consiguieron que sus creaciones desaparecieron sin dejar rastro. 




viernes, marzo 03, 2017

Chicas de calendario. La pasional Ada.


A mediados del siglo XIX no existían los llamados ahora viajes de placer, todo lo contrario, aquellas travesías se parecían más a viajes infernales. Pues bien,  un ‘tour’ de esta clase se vio obligada a realizar Ada McGrath de Escocia a Nueva Zelanda con su piano a cuestas y además para reunirse con un marido impuesto. Y este es el drama de Ada, muda desde los seis años, viuda y con una hija, que debe someterse a un matrimonio de conveniencia al otro lado del mundo, todo muy ‘heavy’. Sin embargo Ada va a superar todas las adversidades gracias a su piano y a la música.

‘El piano’ es una gran película de los noventa, hace años que no la veo pero en su día me impactó por su fotografía, su música, sus interpretaciones y su trama. En unos paisajes espeluznantes por su salvajismo y su belleza Ada debe lidiar con dos hombres primitivos; Alistair Stewart es su marido por contrato de larga distancia, que la ha comprado como quien encarga por catálogo unas estanterías de Ikea, parece un tipo medianamente cultivado pero es un reprimido atado a convenciones sociales y religiosas. El otro es Georges Baines, más rústico pero con cierta sensibilidad al que le gusta escuchar el piano de Ada pero aún más tocarla a ella. Y allí en medio está ella, una mujer pequeñita, sin habla, frágil en apariencia (interpretada de maravilla por Holly Hunter) pero con un volcán interior, que expresa con su música y con la ayuda de su hija toda su rabia. En la película Baines sale mejor parado que el marido y eso que su relación con Ada comienza de la peor manera, por chantajearla a través del piano, pero el chantaje da paso al cortejo hasta que finalmente Ada escoge a George lo que desencadenará la tragedia…y no cuento más!

Un dramón de época que os encantará, dejaos llevar por la hipnótica música de Michael Nyman y por la fascinante fotografía de esta película, nunca he visto nada parecido, da la sensación de que la humedad te cala y el barro te envuelve, el autor de esta maravilla es un fotógrafo neozelandés llamado Stuart Dryburgh. Y por supuesto no me olvido de su directora, Jane Campion que supo dotar a su película de una sensibilidad muy especial para contarnos el drama de esta gran mujer que sin comerlo ni beberlo aterriza en una tierra extraña, donde la obligan a casarse con un desconocido, es vejada y maltratada, despojada de lo que más quiere y debe salir adelante por si misma, es una historia vieja pero que hoy en día se repite con demasiada asiduidad, os suena mucho, ¿no?



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